En junio se celebró en Filadelfia (USA) el 72 Congreso de la Asociación Americana de Diabetes. Tuve la oportunidad de asistir y profundicé en numerosos temas, que luego presenté junto con compañeros de otras comunidades en una vídeoconferencia para médicos de todo el país. Fue un congreso eminentemente práctico donde destacó la necesidad de individualizar los tratamientos y objetivos de la persona con diabetes. Por ejemplo, no podemos poner los mismos objetivos a un adolescente con diabetes tipo 1 que a una persona de más de 80 años con diabetes tipo 2 que además tiene otras enfermedades.
Se insistió una vez más en la conveniencia de las modificaciones en la dieta y la necesidad de practicar ejercicio físico como prevención de la diabetes tipo 2. Se recomienda emplear 150 minutos por semana y, aunque clásicamente se abogaba por el ejercicio aeróbico (caminar, correr, nadar, bicicleta,etc) también son beneficiosos los ejercicios moderados de fuerza (pesas, etc). En la medida en que esta idea sea aceptada por la población podremos frenar la incidencia de diabetes y obesidad que nos afecta. Otro aspecto importante es el basado en el control adecuado de la tensión arterial y del colesterol. En muchas ocasiones va a ser necesaria la utilización de fármacos que han demostrado una reducción llamativa de las complicaciones cardiovasculares.
Aunque se persigue mejorar el control de la glucemia reduciendo los niveles de hemoglobina glicosilada (HbA1c) es conveniente evitar hipoglucemias que pueden ser potencialmente peligrosas. Esto es especialmente importante en pacientes que parten de un mal control previo de la glucemia o con problemas cardíacos puesto que las hipoglucemias se han relacionado con problemas cardiovasculares y también del área cerebral.
En cuanto a los nuevos tratamientos destacan las novedades en diabetes tipo 2, fármacos con efecto incretina que regulan la glucosa sin producir hipoglucemias tanto vía oral como inyectables. Estos últimos añaden las ventajas en la reducción de peso. Van a aparecer también nuevos fármacos, conocidos como glucosúricos, que eliminan glucosa por la orina y también presentan reducciones moderadas de peso. En fases todavía iniciales de investigación se encuentran los llamados antagonistas del glucagón, que añadirán una nueva vía para mejorar el control de la glucosa. Existen también expectativas con nuevas insulinas de acción larga o corta, útiles tanto en diabetes tipo 1 como 2, de las que se podrán beneficiar algunos pacientes.
La parte más decepcionante fue la relacionada con nuevos tratamientos de la diabetes tipo 1, diferentes de la insulina. Las pocas novedades que se plantearon ofrecen muchas dudas de que a corto plazo exista una solución diferente aunque se está trabajando en frenar el deterioro de las células pancreáticas en las fases iniciales de diabetes tipo 1 o bien en conseguir nuevas células que produzcan insulina a partir células del propio paciente. Los resultados de estos trabajos distan mucho de ser óptimos y parece que vamos a tener que esperar antes de encontrar otros tratamientos más allá de la insulina.
Destacaron también novedades tecnológicas tanto en infusoras o bombas de insulina y glucómetros, que son cada vez más cómodos para el usuario y con más prestaciones. Se está trabajando desde hace tiempo por conseguir la infusora que libere automáticamente una cantidad de insulina en base a la glucemia medida, acercándonos un poco más al páncreas artificial.
En definitiva fue un congreso interesante que nos ha confirmado a los médicos clínicos algo que ya hacíamos en la práctica: cada persona con diabetes es diferente y los profesionales hemos de trabajar por conseguir objetivos realistas que mejoren la calidad de vida de nuestros pacientes.
Juan Carlos Ferrer
Especialista en Endocrinología y Nutrición. Unidad de Diabetes.
Consorcio Hospital General Universitario de Valencia.