«Cuando le da una bajada de azúcar necesita ayuda inmediata. Sólo tiene nueve años y ella sola no se puede controlar los niveles de insulina». María Campos está desesperada. Su hija Beatriz, diagnosticada con una diabetes tipo I, no está teniendo una infancia demasiado fácil. Alumna del colegio público Padre Catalá, va a clase cada día con su mochila llena de libros y el estuche con la medicación que, bien administrada, mantiene a raya las hipoglucemias.
«Gracias a la buena voluntad de todo el colegio, a Beatriz no le ha pasado nada grave, porque están muy pendientes de ella. Pero su vida corre peligro, porque sino es atendida inmediatamente por un profesional cuando sufre un ataque, podría morir», expone su madre, que dejó un trabajo fijo y se hizo autónoma para poder acudir al colegio a pinchar a la niña la insulina que necesita.
La familia y la asociación de padres del centro envió en julio de 2009 a la Conselleria de Educación una carta exponiendo el caso de la pequeña y la necesidad de que el centro contara con un enfermero que pueda darle la atención especializada que necesita en horario escolar. Por el momento no han recibido ninguna respuesta.
Por ello, hace una semana, la asociación de padres se dirigió de nuevo a la administración para insistir en la petición «porque hay una angustia extrema, tanto por parte de la madre como de la comunidad educativa, ya que estas descompensaciones pueden tener en cualquier momento un desenlace fatal para la pequeña».
Para casos como el de Beatriz la legislación autonómica recoge que la asistencia, cuando sea necesaria, se la proporcionen los facultativos del centro de salud más próximo al colegio. No obstante, los afectados y profesionales de la salud la tildan de «insuficiente». «En una situación extrema, el tiempo de asistencia es crucial. En una hipoglucemia o un ataque epiléptico un minuto de más supone vivir o morir», explica María del Mar Ortiz, presidenta de la Sociedad Científica Española de Enfermería Escolar (SCE3).
Agrupación en los centros
Actualmente, para los centros de enseñanza especial de la Comunitat sí se contempla la figura del enfermero escolar, «aunque se está implantando con cuentagotas porque de los 44 que hay en las tres provincias, sólo nueve cuentan con estos profesionales», denuncia Ortiz. Para el caso del resto de colegios, sólo unos pocos tienen enfermeros escolares «y porque su coste lo asumen los ayuntamientos».
Desde SCE3 comprenden que poner un enfermero en cada centro «es inasumible económicamente por parte de la administración» por eso proponen como solución que existan centros con un profesional sanitario en los que se puedan matricular los niños que sufren algún tipo de enfermedad que requiere supervisión médica -diabetes, epilepsia, alergias…- «y así puedan estar controlados».
Publicada en las provincias
http://www.lasprovincias.es/v/20101014/valencia/hija-corre-peligro-colegio-20101014.html